La familia debe asumir que el resultado de la convivencia es de todos y que los problemas que se generan no se resolverán ni con el paso del tiempo ni «mágicamente». Es necesario el esfuerzo conjunto para conseguir el éxito. Cuando la familia no funciona como un equipo, entra en crisis y todo el mundo pierde.

La terapia familiar es de gran utilidad ante situaciones de crisis y estrés familiar. No implica que obligatoriamente tenga que acudir toda la familia a terapia. Por lo tanto, podremos valorar incluir en el seguimiento psicológico a algunos miembros de la familia como elemento de soporte del interesado y respetando la confidencialidad del mismo.

Ayudar y educar positivamente a nuestros hijos es posible. Las actitudes y hábitos que tenemos como padres ejercen una influencia profunda en los hijos. Ellos tenderán a imitar nuestras conductas. Pensar en cómo te comportas o actúas con tus hijos te ofrecerá alguna pista de las normas y actitudes que tienes que incorporar, cambiar o mantener. También te permitirá aceptar a tu hija o hijo tal y como es, con sus virtudes, defectos y estarás preparado/a para conocerle mejor.